Autor: Alfred Hayes (1911-1985)
Editorial: La bestia equilatera
Paginas: 161
Esta novela transcurre en Nueva York durante los años 50. El relato comienza con un hombre de cuarenta años tomando copas en el bar de un hotel con una joven, en donde le cuenta toda una historia de (des)amor a raíz de un poema.
Todo el libro es una vivencia pasada que cuenta el protagonista, el cual no tiene nombre, ni tampoco su amada. Ella es divorciada a cargo de una niña de cinco años. Ambos llevaban una relación bastante aburrida y monótona, ellos se odiaban confiesa el caballero, pero necesitaban del otro para dar un sentido a sus vidas. Mientras pensaban como abandonarse seguían fingiendo amor. Hasta que un día aparece Howard (el único personaje al que Hayes le otorga un nombre) con una propuesta para la joven, y esto resulta una amenaza para la relación que ella tenia.
No se dejen engañar por su titulo, este libro no tiene nada de amor en realidad. Podría decir que es la antítesis de El Banquete de Platón, en donde se concibe al amor como la búsqueda de la mitad que nos complete. En «Los enamorados» únicamente podemos ver esa mitad que nos absorbe, que retiene nuestro cuerpo y aplasta de a poco la mente, que nos deja en el medio de la inconsciencia y la voluntad.
Está escrito con un estilo único. Alfred Hayes escribe con una verdad tan cruda y dolorosa, que es muy fácil dejarse atravesar por sus palabras. Pero sobretodo, los protagonistas al no tener identidad, es extremadamente sencillo ponerles nuestros nombres, y así identificarse desde la primera página con ellos y con la narración.
Este libro fue una recomendación de la dueña de Libro de oro (@librodeoro.tuc), Natalia Viola, a quien estoy muy agradecida por poner en mis manos autores e historias tan increíbles, como «Los Enamorados». En su librería pueden encontrar esta obra maestra.
«(…) Mientras me amara yo estaba a salvo(…)» «(…) Te hundes en un trance de expectativa, algo delicioso que, de algún modo, también es triste (…)» (Fragmentos de «Los Enamorados»)
POESIA TUCUMANA
En estos días malos, cuando la escritura calma mi sed de las palabras postergadas por cuarentena y donde a la rima la condena porque alguna sílaba distraída ha herido la estrofa inconclusa de tí…
Tres poemas que resignifican uno del escritor Josè Ferroni. Esperamos que lo disfruten.
Algo que decir...
A veces cuando te miro
sin mirarte.
A veces cuando te nombro
sin siquiera saber cómo te llamas.
A veces cuando te sueño
sin dormirme.
A veces cuando te hablo
sin que me escuches
A veces cuando te escucho
sin que me hables
A veces cuando me olvido
de olvidarme tener que olvidarte.
A veces cuando te intento
sin avanzarte.
A veces cuando te amo
sin tocarte.
A veces cuando en la oscuridad
me cobijo en el brillo de tu mirar.
A veces cuando despiertas mis ganas de escribirte
sin motivos o razones más que tus ojos.
A veces cuando a veces sin que lo sepas
me pierdo en tu aire,
entre lo que a veces,
muchas veces…
lleno de veces mis días.
OTRA VEZ…
Otra vez
Te vi llegar
y te mire desprotegido
Te vi llegar
y sentí lo que jamás había sentido
Te vi llegar
y en mi retina te has fundido
Otra vez…
Las distancias nos apartan,
nuestras miradas se cruzan y se buscan…
Mis labios se resecan.
El entorno no nos cicatriza
las heridas abiertas
por las esquirlas del temor
Otra vez
Cerré mis ojos y solo te vi
ahí tan brillante como a la mañana
Otra vez
Las realidades nos apartan,
y mis ojos ya no te miran… te admiran
ANHELO…
Quisiera poder que podamos
caminar con los pasos del otro,
abrazarnos, amarnos
y descansar en los ojos del otro.
Quisiera querer
tener que tenerte
que vestirte cada mañana
al desnudarte de las sábanas.
Quisiera querer
poder y permitir,
recuperes tu tiempo
y vuelvas a sonreir…
Quisiera y
quiero …
Pero muchas veces
tan sólo no puedo,
necesito que te animes
a que te tomes de mi mano y
no te sueltes, y que te aferres
a mí y a mi tiempo.
José Luis Ferroni