Por Edy Cifre – Corresponsal de El Federalista en Europa
Sor Lucía Caram, una monja tucumana que trabaja en el Convento de Santa Clara, en Manresa al norte de Cataluña, viajó a la frontera entre Ucrania y Hungría y nos relata la dureza de la guerra.
Familias desmembradas, kilómetros de cola para huir de la guerra, demoras y hasta les piden dinero en las fronteras para dejarlos salir de un país que se ve asediado por las bombas. Trata de personas, tráfico de niños, la crudeza de la guerra saca lo peor pero también lo mejor del ser humano. En este caso la solidaridad de una monja tucumana que pudo sacar de esta pesadilla a 6 personas y traerlas con ella a procurar empezar una nueva vida.