Como se esperaba, el Culón fue «ajusticiado» por los vecinos

La inacción e ineptitud policial, mayor culpable del asesinato y el abuso de la niña tucumana Rocío Abigail Riquel, no terminó con el hallazgo del cuerpo en el descampado. Siguió hasta la tarde de ayer cuando los efectivos no pudieron frenar a la horda descontrolada que se disponía a ocupar el lugar que la fuerza abandonó: el de hacer cumplir la ley y proteger a los ciudadanos.

José Antonio «El Culón» Guaimas de 25 años, un adicto, un «choro menor», que estaba preso hasta que fue liberado días antes del crimen, fue asesinado a golpes y machetazos casi en las narices de los oficiales en el Barrio Francisco I, de El Manantial. Antes, habían incendiado la precaria vivienda de un familiar del acusado apodado Catucho, donde se había ocultado, probablemente, desde el domingo.

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La pequeña Abigail.

El Culón fue descubierto por dos vecinos que lo buscaban en caballo, Juan y Eduardo, en un cañaveral lindero a la vivienda de su tío Catucho, porque sabían que se encontraba en la zona. Cuando lo hallaron, le pusieron un lazo para llevarlo y enviaron un mensaje a los vecinos para informarle. Pero la gente se dirigió hasta el lugar y comenzaron a golpearlo.

Según dichos de los mismos oficiales, fueron agredidos por la turba y no pudieron rescatar a Guaimas. En esa declaración dejan en claro que iban detrás de la manifestantes y no adelante como se espera de la Policía. Después, cuando el sospechoso ya casi agonizaba, pudieron intervenir para «salvar» al sospechoso así pueda al menos defenderse de las acusaciones. Pero ya era tarde.

Después de reprimir a quienes habían logrado dar con el paradero del acusado, la Policía lo subió a una camioneta y lo llevaron -en principio- al Hospital Padilla. El real momento de la muerte de Guaimás es todavía una incógnita. Tan sólo se difundió el dato de su fallecimiento sin mayores precisiones. Pero tuvo que ser el fiscal de la causa, Ignacio López Bustos, quien confirme la muerte, por el descrédito de la Policía.

«Se trata de la persona que estábamos buscando por el crimen de Abigail. Está muerto y el cuerpo fue llevado a la Morgue Judicial, donde se llevará a cabo la autopsia. Hay coincidencia en los cortes que presentaba en ambos brazos, que eran muchos; además de tatuajes y otros rasgos físicos. Fue atacado a golpes y a machetazos», señaló el funcionario.

Mientras todo esto sucedía, una multitud se había congregado en la Plaza Independencia para reclamar Justicia por Abigail, en una manifestación encabezada por su padre, Pablo Riquel. Pero la manifestación tuvo que ser interrumpida por las noticias y los brutales videos que llegaban por WhatsApp, y no de la Policía.

En ese momento se trasladaron salieron hacia el lugar de los acontecimientos pero llegaron tarde. Antes fueron a ver a su abogado. Así que terminaron frente a la puerta de la Comisaría 12 -donde realizaron la primera denuncia que no fue escuchada- en otra manifestación, menos populosa pero más espontánea. «Se ha hecho justicia, ha pagado por lo que ha hecho, le agradezco a los vecinos», dijo Pablo ante las cámaras de televisión para cerrar un día que dejó al descubierto el aberrante presente de la sociedad tucumana, abandonada por sus instituciones corruptas e inútiles.

Como se esperaba, fueron los vecinos, los ciudadanos, quienes reemplazaron de la peor manera a un Gobierno y una Justicia que los abandonó a su suerte.

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