Reseñas de Libros

Por Agostina Ferroni

Comenzamos esta sección literaria con un poemario llamado «La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida»

Autor: Elvira Sastre (28 años- España)

Editorial: Ediciones Continente

Publicación: Año 2016

Paginas: 70

«Dime, mi amor, que nada de esto ha sucedido»

¿Cómo puedo escribir sobre un libro cuando, al cerrarlo, me quita todas las palabras? ¿Qué puedo decir de un libro que ya lo dice todo? Este es el caso de “La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida”

Al abrir este pequeño libro de tapa negra nos encontramos con un prólogo exquisito del poeta Joan Margarit (82 años- España), y no miento al decirles que lo leí tres veces seguidas. Más allá de su narrativa poética que cala profundo, ciertas frases suyas quedaron muy marcadas: “Un poeta o una poeta joven es siempre una incógnita (…) Si empieza bien, quien sabe que turbulencias le esperan: la relación de la poesía con la vida es tan intensa, para bien o para mal, que nunca bastara con la imprescindible condición de llegar al mundo con el pan de la inspiración bajo el brazo. Pienso que a la larga, nada acabara valiendo si uno no le ha dedicado su vida entera (…)”

Joan tiene toda la verdad en sus palabras, pensé tres años atrás, y ahora lo reafirmo con convicción.

Este libro es el primero que llega a mi mente cuando una persona me pide recomendaciones poéticas. Es ideal para quienes ya entraron en el mar de la poesía, pero sobre todo para aquellos que aún tienen un pie en la arena y otro en el agua, pero ¿Por qué? Porque Elvira Sastre utiliza un lenguaje muy sencillo, con esto no me refiero a que su escritura sea simple, pero al pertenecer al grupo de escritores contemporáneos, con más exactitud a la corriente de Poesía de la experiencia, escapa de la rima y de las palabras complejas. Al final de todo, la poesía es eso: el lenguaje de las emociones, y no hay mejor aventura que leer un poema que entendamos y que nos comprenda al mismo tiempo.

Versos como “no hay nada peor que sentirse olvidado dentro de uno mismo” / “solo aquel que entiende mi silencio merece mi palabra” / “cualquier lugar es mi casa si eres tu quien abre la puerta”  son los que componen estas setenta páginas.

Más allá de lo que se ve, descubrí que la magia de este poemario consiste en lo que no está escrito. En lo que la autora nos intenta decir entre líneas: a veces es necesario dejar pasar a la tristeza, hacerle compañía, entenderse. Dicho de otro modo, mirarla a la cara y enfrentarnos a todo aquello que esté dispuesto a dejar cicatrices. Nos invita a poner en palabras todo lo que “no está de moda” comunicar en estos tiempos tan fugaces en los que vivimos, tan instantáneos y tecnológicos, en donde los sentimientos no tienen lugar. Nos enseña que la soledad es un buen lugar para sanar heridas y para volver a ser uno mismo, para luego, salir de nuestro hueco y volver a la batalla. Esta es la manera más sana de reafirmar nuestra identidad y libertad.

“La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida” no solo funciona como libro, sino también como espejo, es muy sencillo verse en sus versos, ya que está escrito de una manera tan cálida y cercana al lector. Mi recomendación es que no se pierdan a Elvira Sastre, todavía no encontré mejor poeta contemporánea que ella.

Si están en una búsqueda, en un laberinto, o simplemente, en medio de las olas, si quieren olvidar, reconstruirse y volver a empezar, si necesitan recordar quienes son, abran este libro. Es una promesa.

POESÍA TUCUMANA

La importancia de hacer conocer el arte local, quedará reflejada en estás líneas todas las semanas. Desde El Federalista los invitamos a hacernos llegar sus poesías y esperamos que lo puedan disfrutar.

                                                                                                                    “Me di cuenta de que el amor era algo que la columna vertebral recordaba”

LORRIE MOORE

OJALA ME RECONOZCAS

Ojalá volviera a verte.

Me pregunto si piensas en mí.

Si aún guardas mi recuerdo

Y mi egoísmo

Con la misma fuerza

Con la que todavía te sostengo.

Tienes que saberlo:

Me odio por no haberte elegido,

Espero que alguien te lo diga.

Pero tú siempre lo entendiste,

Estaba en una carrera con mi pasado

Y elegí perder.

Quise creer que era lo correcto,

Pero ahora mis decisiones

Me asfixian el pecho,

Me culpan,

Me señalan con el dedo,

Me exigen respuestas.

Y yo solo logro correr en dirección contraria.

Pero sé que dentro de mí

Hay una valentía animal,

Un “adiós” en mi garganta,

Otro camino en mis pies.

Y a ti, te quedan palabras.

Como también sé

Que todavía no fui capaz de borrar tus huellas,

Pero tampoco pude seguirlas.

Siempre va a dolerme tu abrazo,

Ese que quedó entre el cariño y la falta,

Ese que quedó en el mismo lugar

Que ya no recuerdas.

Ojalá volviera a verte.

Y ojalá me reconozcas.

Agostina Ferroni

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