San Martín quiere el ascenso

El Santo tucumano quiere volver a primera división y no hay pandemia que frene esa ilusión. Las luchas de poder que se manejaron siempre en AFA y que cada día son más marcadas, con favores a todos aquellos afines al poder de turno, suman otro poroto a la desilusión del futbolero de nuestro país, cansado de ver tanta política e intereses personales metidos en un deporte tan lindo. Manejado por gente que no está capacitada, ni motivada por la pasión que este juego genera, sino que aturdidos por poder, y que buscan réditos personales, sin importarles la esencia del juego, terminan atentando contra este deporte y van a terminar cansando al hincha, que es el que banca este negocio. La Asociación del Fútbol Argentino, núclea a todos los equipos del país, pero los privilegios son sólo para algunos. Con una composición centralista, los equipos del interior, necesitan de grandes odiseas para llegar a lo más alto del fútbol argentino, y en San Martín saben lo que cuesta, por eso no van a renunciar tan fácil a lo que consideran un derecho.

Mientras el fútbol en prácticamente todo el mundo es piramidal, en Argentina tiene un sistema paralelo. Por un lado juegan los directamente afiliados (equipos de Buenos Aires y alrededores), y por el otro los indirectamente afiliados, representados por las ligas provinciales, siempre desfavorecidos a la hora del reparto de ascensos, de dividendos económicos, de votos u opinión, de viajes, entre tantas desventajas. A pesar de la globalización, seguimos en un fútbol dividido en Interior y Metropolitanos. Por donde se lo vea y hablando en criollo, llegar a Primera o al Nacional para un equipo afiliado a AFA es un camino mucho más fácil, que para un equipo del interior del país, que tiene todo en contra, por una cuestión de privilegios para los afiliados a la casa madre.

Realmente se puede hacer una serie de Netflix con el fútbol argentino: 1) Contradicciones en los boletines y cambios de formatos en medio de las disputas de los torneos. 2) Finalización de la temporada con premiaciones para los de primera y postergación para los de segunda y el resto de las categorías del ascenso. 3) Trato no igualitario. 4) El intento por imponer una definición arbitraria. 5) Indulto por los descensos. 6) El no reconocimiento al mérito deportivo y al trabajo dentro del campo. 7) Especulaciones mediáticas, reclamos e incertidumbre en medio de la pandemia. 8) Angustia, silencio, renuncias y denuncias de obediencia. 9) Dirigentes alineados. 10) Clubes cerrados. 11) Intervención política. 12) Instituciones sin definiciones y a la espera de protocolos. 13) Entrenadores y jugadores sin certezas. 14) Cientos de contratos vencidos y la apertura de un mercado propenso para oportunistas. Todos los condimentos, en un país dividido y sin rumbo.

En el caso particular de San Martín, el club tucumano decidió acudir al TAS ( Tribunal Arbitral du Sport en francés), un órgano de arbitraje que dirime disputas en torno al deporte, para pedir el ascenso. El sitio web de TycSports detalla claramente la postura del club norteño: La argumentación se basa en que obtenía el mejor puntaje de la Primera Nacional cuando se dio por finalizada la temporada en el boletín de AFA N° 5768, con fecha del 27 de abril. Y si bien esto no le daba boleto directo a la máxima categoría, ya que el reglamento marca una final entre los líderes de cada zona, consideran justo el reconocimiento frente al contexto de pandemia mundial y la imposibilidad de volver a jugar en el corto plazo. Lo mismo cuenta para Atlanta, que lideraba en la otra zona. Para la Asociación del Fútbol Argentino existían dos opciones: premiar a los equipos con mayor mérito deportivo hasta el momento o declarar el torneo desierto -como sucedió, por ejemplo, en la Liga de Holanda-. No había lugar a una tercera opción, pero fueron por ella. El escrito legal habla de finalización -ni suspensión ni interrupción-. Y este punto obligaba a tomar decisiones concretas sobre ascensos y descensos. Así lo entienden los estamentos de FIFA y CONMEBOL. Y también lo dictó el Comité Ejecutivo de la AFA, cuando confirmó que la temporada 2019/20 otorgaría esos dos boletos estipulados a Primera División. Al mismo tiempo que decidió premiar a los equipos que hasta el momento obtenían clasificaciones a las copas internacionales y anuló los descensos en todas las categorías. Aquí el primer acto discriminativo y que figura válidamente en el argumento tucumano frente al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en Lausana, Suiza.

Trato no igualitario. Antirreglamentario en términos jurídicos. Para definir ascensos se empezó a hablar de formatos que no están escritos en ningún reglamento. Y por eso, la respuesta de Roberto Sagra, presidente del equipo tucumano, no tardó en hacerse escuchar. De no proteger los intereses de su institución, entendió que sería despojado de la chance de regresar a la categoría superior. Oportunidad que le llegó a través de una apuesta arriesgada en lo económico y el destacado trabajo de su plantel y cuerpo técnico durante las 21 fechas que se disputaron. Obtuvo el 70% de los puntos. Sin beneficencias. Al contrario, incluso con perjuicio arbitral en el último juego en Adrogué. Los árbitros son un tema aparte. Muy importante a la hora de competir.

A la hora de proteger a quienes corrían riesgo de irse al descenso no se discriminó la categoría. Previo a la extensión del mandato de Claudio Tapia hasta 2025, el liderazgo de Marcelo Tinelli en la nueva Liga Profesional del Fútbol y el reparto de nuevos cargos, se benefició a equipos poderosos de Primera División y del Ascenso. El válido argumento de resguardar a los clubes en medio de la crisis económica salvó a los equipos de poder político como Barracas Central (manejado por el presidente de AFA Chiqui Tapia) y Mitre de Santiago del Estero (su presidente es Guillermo Raed, vicepresidente de AFA) en la segunda categoría, que años anteriores también fueron claramente beneficiados para llegar adonde están. Dado este contexto, desde Tucumán apuntaron sus cañones contra el también santiagueño Pablo Toviggino, actual Secretario Ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino, presidente del Consejo Federal y señalado como brazo ejecutor y digitador de ascensos y descensos. Un intercambio que terminó en una disputa legal, con Sagra como ganador en el tribunal de la casa madre.

“Los ascensos se definirán en el campo de juego”. La frase de Tapia retumbó en medio un fútbol argentino en pausa. Y después se puso al frente de la comunicación Marcelo Achile, mandamás de Defensores de Belgrano (otro equipo que pelea el ascenso y claramente favorecido por fallos arbitrales en sus partidos) y otro de los nuevos en la vicepresidencia de la AFA. La pandemia encontró al dirigente del Dragón ocupando un cargo de privilegio y con su club en el segundo lugar de la tabla, a tres puntos de San Martín. Soñando con codearse con los grandes. Sagra y Alejandro Korz, que luego terminó renunciando a la vicepresidente de Atlanta por la pasividad del presidente Gabriel Greco, salieron a cruzarlo. Y también apareció la figura de un socio del Bohemio: Miguel Licht, Juez del Tribunal Fiscal de la Nación. Este pidió ajustarse a derecho y reconocer el mérito deportivo para que su equipo y el tucumano asciendan de categoría. Ese apellido llevó a la aparición de otro personaje político: Gregorio Dalbon, abogado de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El letrado se instaló en los medios impulsado por una campaña en favor de los ascensos y llegó al despacho del presidente de la AFA. Tapia lo recibió y le prometió retirar una denuncia de Toviggino contra su amigo Licht. Hecho que ocurrió semanas después. De ese encuentro, trascendió que se habría llevado una promesa: Atlanta sería reconocido en caso de que el TAS falle a favor del Ciruja.

Agremiados fue otro de los ámbitos donde la pandemia hizo crecer la tensión. Poca respuesta a los problemas de los futbolistas. Libertades de acción en el horizonte y sugerencias para inhibir a los clubes. Los mandaron a negociar individualmente. Luego se limaron asperezas con AFA y pudieron dar una solución parcial en lo colectivo. Sueldo básico y obra social a los desocupados. Un pequeño reparo en medio del oasis, aunque insuficiente. Achile no tardó en avisar que los suyos estaban al día y renovarían hasta diciembre para intentar cumplir el sueño cuando pase lo peor. Convencido de que la pelota volvería a rodar y con su equipo como protagonista estelar. Deportivo Riestra, expectante en zona de clasificación al Reducido, también anunció las renovaciones. Y empezó a entrenar pese al crecimiento de los casos en el AMBA y la estricta prohibición. Violando un decreto nacional. Un absurdo. Durante el confinamiento obligatorio, el invento de un reducido con los ocho primeros equipos de cada zona tomaba fuerza y se le adjudicaba directamente a Sergio Massa, quien de regreso al poder político asomó las narices en el fútbol. Su querido Tigre no estaría clasificando si se toma hasta el cuarto puesto que marca el reglamento. Pero sigue convencido de pelear por un lugar en la Primera División de 2021. Néstor Gorosito renovó su contrato. Volvió Román Martínez. Y es noticia a diario por la firma de un nuevo refuerzo. Todos destacados en sus equipos durante la temporada que “finalizó” pero que hoy pretenden seguir jugando.

La dirigencia de San Martín no se quedó quieta. Sumó apoyo en la legislatura tucumana y apuntó a jueces internacionales. Iban contra sus intereses y tenían las de perder. Llevó su reclamo al TAS y abrió fuego en Suiza. Una vez elevada la petición al Tribunal de la FIFA dio por iniciada la guerra. Empezaron las circulares con adhesión de todos los presidentes de la categoría, incluido el de Atlanta. A partir de ese momento, se instaló una nueva contradicción. Los mismos que celebraron ponerle fin a la temporada, una decisión que los beneficiaba para liberar futbolistas y conseguir alivio económico en meses críticos, ahora declaraban que la voluntad de ellos era jugar las fechas finales. El de Villa Crespo se alineó. Había recibido un cargo en la nueva estructura y su propio vicepresidente le renunció y lo acusó de obediencia.

A ningún futbolero le gusta que su equipo gane en el escritorio. Debemos coincidir en este punto. Pero vale reaccionar ante un atropello. Hay historias, sentimientos, prestigio y dinero en juego. Integrantes de un plantel que ya no volverá a ser. Todos desean jugar en la categoría superior. Porque llegar a primera es alcanzar un mejor contrato. Una oportunidad en la vida y la gran vidriera. Entonces vale revisar la situación. Aún en la discrepancia por el personalismo y estrategias de un dirigente particular. Los contratos se vencieron en todos los clubes y cuesta negociar en el aire. No es falta de voluntad. Y aquí existe una situación particular: el presupuesto en Tucumán era de los más altos de la categoría. Rondaba los 12 millones de pesos mensuales. Y era válido porque lo podía pagar, ya que no dependía casi exclusivamente del ingreso de la televisión como ocurre con los clubes de Buenos Aires. Entonces, el perjuicio económico fue mayor. El déficit se incrementó y firmar nuevos contratos se puso más complejo. Además, a los destacados del equipo por razones lógicas y buen rendimiento le llegaron ofertas que le garantizan jugar en primera o en el exterior, más allá de lo que pase con el Santo.

¿En qué categoría? ¿Qué contrato negociar? Lógicamente existen diferencias. No da igual seguir en el Nacional. Y sin certezas, no es posible sentarse a conversar. No es capricho. A San Martín se le terminaron 18 contratos de futbolistas y también los del cuerpo técnico. Todos ellos no deben ser subestimados. Favio Orsi, Sergio Gómez y su grupo de trabajo, necesitan saber si lo mejor es seguir en Tucumán o conversar con otro club a cambio de una oferta superadora desde lo económico o en lo deportivo. Hoy son desocupados y están atados a la suerte del club por la buena predisposición de querer continuar en Tucumán. Son laburantes que se dieron a conocer tras una gran campaña, pero quienes viven el día a día del Ascenso ya conocían sus rostros. Sabían que Orsi era el pelado y Gómez el morocho. Sabían del trabajo honesto. Ascendieron en todas las categorías. Merecen respeto. A quién no le gustaría reanudar como en la segunda división inglesa, donde el Leeds de Bielsa consumó su ascenso dentro del campo. Pero ahí se mantuvieron los planteles y se garantizaron las mismas condiciones del inicio de temporada. Acá ni los traslados de casa al entrenamiento están seguros, muchos menos de provincia a provincia. Ya cambiaron las reglas. Se agotaron las expresiones de deseo. Y los de primera clase ya tuvieron su premio. Y ahí también quedaron equipos cerca del objetivo. Independiente, Estudiantes, Arsenal y/o Atlético Tucumán podían pelear y se les cortó el torneo. La continuidad está desnaturalizada. Por eso San Martín movió sus piezas y llevó su argumento a Suiza frente al silencio local y la falta de acompañamiento. Apostó su dinero en un estudio de abogados y pagó los honorarios del TAS para dejar su suerte en manos de tres árbitros internacionales de conducta intachable y totalmente ajenos a los intereses de la AFA. En sus manos busca encontrar la justicia deportiva y el ascenso a la máxima categoría.

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