Tucumán, mundo del revés: tres policías detenidos por asaltar a un presunto narco en Famaillá

No estaban disfrazados. Estaban con su ropa de trabajo cuando ingresaron con absoluta impunidad a la casa de un hombre en Famaillá de donde sustrajeron, según la denuncia, unos 20 mil pesos que había dentro de un auto. Llama la atención la tranquilidad con la que violan la propiedad privada para cometer el ilícito. No esperaban que una cámara los dejara al descubierto.

Las imágenes captadas por la cámara parecen, en el inicio, más una película de Porcel y Olmedo que un operativo policial: ingresan en un trote cansino, empuñando las armas sin pericia, sin aparente riesgo de ser repelidos, como si estuvieran en un juego con sus hijos o sobrinos en un encuentro familiar.

el bizarro falso allanamiento al acusado de narcotrafico.

Pero no era eso. Es otra muestra de la vergonzosa impunidad de la que gozan los efectivos de la Policía de Tucumán para moverse en la provincia. No importa si es la calle o un domicilio particular. Ellos, esos hombres que visten un uniforme que debería ser el símbolo del orden y la Justicia, han sido grandes protagonistas de muchísimos hechos delictivos durante los últimos años.

Esas imágenes, gracias a que tuvieron amplia difusión en los medios, derivaron en la detención de tres efectivos de la fuerza, aunque son 4 los que aparecen en el video. Si bien el Ministerio de Seguridad dijo que los acusados fueron trasladados al Penal de Villa Urquiza, una versión asegura que no había lugar donde retener a los sospechosos. Uno de los detenidos forma parte de Grupo de Infantería de la Capital, es cabo, y tiene por apellido Fernández.

El robo

El robo fue denunciado por el dueño de la casa, Jorge Alejandro Nasif, domiciliado en el loteo Ferralioli de Famaillá, un hombre a quien en diciembre se le abrió una causa por tenencia y tráfico de estupefacientes. Según Nasif, el día del robo, un policía al que identificó como Gustavo Guillermo Fernández, se hizo presente en su casa para avisarle que iba a ser asaltado.

Cuando ya había charlado varios minutos con el cabo que presta servicios en Infantería de la capital tucumana, advirtió que cuatro policías, vestidos con sus uniformes, cubriendo sus rostros con tapabocas y empuñando sus armas, habían ingresado a la propiedad. Todo esto fue registrado en las cámaras (ver video).

Al mismo tiempo, siempre según la denuncia, el policía que le había advertido del asalto, salió corriendo y escapó del lugar en la moto con la que se movilizaba, lo que lo llevó a declarar en sede policial que, a su juicio, el supuesto informante fue en realidad quien lo entregó a los policías.

Mientras Fernández escapaba, los otros uniformados le apuntaron a la distancia, exigiéndole la entrega de dinero, aunque Nasif logró escapar por los techos. En ese momento, uno de los efectivos extrajo 20 mil pesos del interior de uno de los automóviles de su propiedad, según quedó registrado en las cámaras.

Narcos, esas convenientes víctimas

Pero esta no es la primera vez que desde la Policía de Tucumán se aprovechan de la débil credibilidad de quienes fueron investigados por narcotráfico (con pruebas o no), para apropiarse por la fuerza de dinero presuntamente sucio.

En octubre del año pasado, tres oficiales de la Policía de Tucumán y uno de la Federal fueron detenidos por un secuestro extorsivo a personas relacionadas con el narcotráfico. El 20 de junio por la noche, el taxista Franco Lizárraga (31 años) circulaba junto a su pareja Tania Noelia Paredes y un bebé de nueve meses hacia su hogar, ubicado en el Barrio Oeste II.

En Necochea al 800 fue abordado por personas que viajaban en una Ford EcoSport de la cual descendieron dos hombres armados. Lo amenazaron con pistolas y lo obligaron a subir a su vehículo. Como apoyo actuó otro hombre que se movilizaba en un Chevrolet Onix.

Los vecinos que presenciaron el rapto llamaron al servicio 911 aportando las características de los vehículos que habían participado de ese misterioso hecho. Inmediatamente se informó sobre la novedad y los jefes policiales montaron un operativo cerrojo en toda la provincia.

El agente Pablo Cuello descubrió la EcoSport de color dorado (un vehículo muy llamativo para cometer un delito de estas características) y al Chevrolet estacionados en Maipú y Santa Fe. Para los investigadores el lugar no es casual: está a poco más de 100 metros de la base de la División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal y lo habrían trasladado hasta esa esquina para presionarlo con la amenaza de la detención.

El policía federal Gonzalo Gabriel Lagoria, los efectivos de la fuerza provincial Luciano Ramón Campos y Jonathan Gabriel Díaz y el civil Ángel Luis Medina fueron detenidos y procesados por el hecho. Cuando fueron descubiertos dijeron que estaban haciendo un procedimiento antidrogas, pero después se supo la verdad.

La víctima, cuando habló con los investigadores, dijo que los captores, mientras le pegaban, le exigían que se comunicara con Carlos Ovejero para que le entregaran dinero o dos kilos de drogas, según consta en la investigación. Además, le mostraron una foto del supuesto vendedor de estupefacientes que parecía haber sido extraída de un expediente judicial. Los secuestradores también le advertían que si no colaboraba con ellos, lo detendrían para que reciba una condena de más de 10 años de prisión.

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