En el norte de la Argentina, los pueblos originarios de diversas naciones honran hoy a la Madre Tierra.
Agosto es el mes más duro de “la (temporada) seca” en nuestra región: ya no hay nada que cosechar de las huertas de otoño y de invierno y sólo queda esperar con paciencia que las lluvias de septiembre hagan brotar los nuevos cultivos. Es justamente este tiempo de dificultad y de carestía el que nuestros ancestros eligen para agradecer, para cruzar el ganado, para podar y remover el suelo y para sembrar.
Tradicionalmente se hace un pequeño pozo en la tierra y se depositan allí los bienes que se han recibido durante el año: alimentos, tabaco, alcohol. La Pacha, como los pueblos que la habitan, tiene hambre y sed en agosto. La humanidad deja en su boca abierta, solidariamente, lo que tiene junto al pedido Pachamama kusilla, kusilla: Madre Tierra ayudame, sé propicia.