La intendenta de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla, protagonizó un acto oficial de reapertura de la Asistencia Pública del municipio, que estuvo abandonada por más de cinco años. En un espectáculo lleno de falsedad, Chahla mostró lágrimas en sus ojos mientras pronunciaba un discurso repleto de cinismo.
En el evento, Chahla se sentó entre el gobernador Osvaldo Jaldo y el ministro del Interior, Darío Monteros, aparentemente conmovida. Incluso, una colaboradora tuvo que acercarle un pañuelo para que pudiera secar sus lágrimas, todo esto mientras las cámaras registraban el momento.
En su discurso, Chahla mencionó la falta de atención médica que sufrieron más de 180 mil vecinos durante los cinco años de cierre de la Asistencia Pública. Sin embargo, sus palabras parecían vacías de genuina preocupación, ya que la situación de abandono se prolongó durante su propia gestión.
A pesar de esto, Chahla habló de devolver la esperanza en un tiempo de desesperanza y se autoproclamó cumplidora de promesas, afirmando que la reapertura de la Asistencia Pública era un logro de su administración en tan solo 180 días. Sin embargo, sus acciones parecen más un intento de lucimiento político que un genuino compromiso con la comunidad.
En lugar de verdadera empatía y compromiso, la intendenta parece estar más interesada en la retórica vacía y la búsqueda de reconocimiento personal. Su discurso, lleno de promesas vacías y autocomplacencia, revela una falta de autenticidad y un cinismo descarado. Mientras tanto, los verdaderos problemas de salud y bienestar de la comunidad quedan en segundo plano frente a su teatro político.
