Tras el acuerdo con los bonistas hay que definir con el FMI y acto seguido delinear un plan para traer inversiones al país.
No tener plan es un plan diría algún licenciado en filosofía, claro es que tras las aseveraciones del presidente existen una serie de pasos inevitables que hay que dar.
Un alivio, ese fue el resultado luego del entendimiento de los acreedores externos sobre la situación económica de nuestro país.
El primer resultado positivo de la tarde del ministro de Economía, Martin Guzmán, ocho meses después y despertó algarabía, satisfacción y cautela en el mercado financiero.
Tanto para el sector público como para el sector privado, poner las cuentas en orden les implica un alivio, pero también su atención ya que deben reforzar el tratamiento para evitar una recaída que pierda lo ya conseguido.
En síntesis, la última oferta se reduce a 54,8 centavos por dólar y se cargara recién en 2025.
Por detrás de esta negociación ya saldada, se encuentra el Fondo Monetario Internacional que se espera siga el mismo camino. Pero deberán dar un paso que antes no dieron, y es el de explicar cuáles serán los pilares para la recuperación económica, como se atraerán inversiones, de donde surgirán los recursos para cumplir con los compromisos externos diferidos y como se equilibraran ingresos y gastos para evitar nuevamente el endeudamiento.
Por otra parte, el mercado interno debería ser mediador para un crecimiento a largo plazo, en la medida en que la economía mundial se recupere por el fuerte golpe de pandemia por coronavirus. El Gobierno ahí, deberá dar señales que permitan renovar la confianza en los inversores e incrementar el comercio exterior, sino el riesgo de una caída electoral será mayor y arreglar la deuda no será opción.