Un libro de culto: «84, Charing Cross Road»

  • Autora: Helene Hanff (1918-1997. Nueva york)
  • Editorial: Anagrama
  • Publicación original: 1969
  • Cantidad de páginas: 126

«Vengo escribiéndoles cartas de lo màs descaradas desde la seguridad que me dan los 5.000 kilómetros que hay por medio»

Helene Hanff

Termine de leer este libro hace una hora y sinceramente se convirtió en mi favorito. Tiene un encanto que te atrapa desde que lo abrís. Estuve mucho tiempo frente a la pantalla de la computadora sin escribir nada al respecto, tenía que encontrar las palabras perfectas para esta reseña. Mi respeto y admiración a su increíble historia y a quienes la vivieron.

Es un libro de No ficción escrito en forma de cartas. Toda la correspondencia pertenece a sus dos protagonistas: Helene Hanff y Frank Doel. La historia comienza cuando Helene, una escritora pobre que no ganaba más de 40 dólares semanales, descubre un anuncio de una librería, llamada «Marks & CO., Libreros» , catalogada como especializada en libros agotados y antiguos. Helene, amante de ediciones inhallables, decide enviarles una carta desde Nueva York, a los veinte días le responden desde Londres.

Ella les escribía pidiéndoles autores y ediciones casi imposible de conseguir, a veces lo lograban pero otras, tenía que conformarse con libros de segunda mano. Al comienzo no sabemos quién es la persona que le respondía, ya que firmaba sus cartas como FDP. Luego de tres meses de correspondencia descubrimos a Frank.

Esta relación entre ellos dura veinte años. Dos décadas de escribirse cartas, de enviarse libros, ella comienza a hacerles regalos para Navidad, año nuevo, Pascuas y cumpleaños, generalmente les enviaba comida y abrigos, ya que durante una parte del libro atraviesan la Segunda Guerra Mundial y todos los recursos en Inglaterra escaseaban.

Helene no solo tiene una amistad tan genuina a distancia con Frank, sino con todos los libreros de Mark & Co, quienes le ofrecían alojamiento en sus hogares con tal de que ella los visite. Durante todo el libro se siembra la idea y esperanza de que abandonen el papel y la tinta y puedan mirar de frente a quienes se encontraban detrás de las cartas.

Y hasta aquí voy a hablar sobre la trama del libro porque si sigo escribiendo voy a terminar contándolo entero.

Es impresionante como su autora nos hace pensar en la importancia de las palabras, lo que ellas dicen de nosotros, y como a través de nuestras expresiones se ve tan bien reflejada la personalidad. Por ejemplo, podemos ver que Helene, por su manera de escribir, era una persona bastante divertida e irónica, con un carácter particular y manías tan propias como jamás comprar un libro sin haberlo leído antes, según ella, eso sería como comprarse un vestido sin habérselo probado. Por otro lado, Frank, su antítesis: a través de sus palabras descubrimos a alguien mucho más introvertido, modesto, respetuoso y responsable, pero que no tarda en contagiarse y maravillarse por Helene, o por sus palabras, mejor dicho.

También nos hace pensar en el sacrificio y en el trabajo, en la amargura de la injusticia y en la esperanza. Sin dudas, después de leerlo, hay un pequeño cambio en la actitud de valorar las cosas, o al menos eso experimenté yo.

Es considerado un libro de culto, así que si aman la literatura no pueden perderse «84, Charing Cross Road» . Se van a enamorar de esta historia real. Al final tiene un Post Escriptum en dónde nos cuentan cuál fue el destino de todas estas personas que vivieron en el mismo mundo que nosotros hace ya muchos años, pero no voy a escribir nada sobre eso, tienen que descubrirlo por ustedes mismos.

¿Lo malo del libro? Que tiene un fin. Es de esas historias que no queres terminar nunca.

Les aseguro que «84, Charing Cross Road» deja una marca profunda. Nadie sale ileso de este libro.

«Alguien tomó prestado el mío, y no me lo ha devuelto ¿Por qué será que personas a las que jamás se les pasaría por la imaginación robar nada encuentran perfectamente lícito robar libros?»

Helene Hanff

«Me parece un poco tonto seguir escribiendo «señores» cuando tengo ya la certeza de que una misma y única persona se está ocupando de mis cosas»

Helene Hanff

POESÍA TUCUMANA

Hoy tengo el orgullo de publicar un poema de un artista con todas las letras, no solo en su escritura, ya que él tiene una creatividad bastante particular: además de desenvolverse con las palabras, también es diseñador de juegos de mesa, de esos que crean laberintos en las mentes de quienes se animan a jugarlos. Y por su profesión, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, tiene un muy buen ojo para las fotos y todo lo relacionado al mundo audiovisual. En fin, un artista. Exequiel Molina nos comparte un poema que cala profundo, haciéndonos reflexionar en el lado oscuro de ese Ideal que invade la conciencia y arruina, muchas veces, al amor.

Silencio

Bendito el momento en que de lejos te vi,

pero mejor aún, en el que supe que eras muda.

Toda tu complexión me inundaba

Y me mantenía en vigilia.

Mi cabeza maquinaba, y yo, empecinado,

Aceitaba el mecanismo.

Cual arquitecto en su escritorio, dibujaba paisajes Irrisorios de los cuales la tinta se reía

Sí, todo eso mientras te veía de lejos, porque

Acercarme era pecado capital.

Conocerte desdibujaba aquel paisaje;

Y tus imperfecciones, que a la distancia

se confundían con el decorado,

de cerca resaltaban.

Me di cuenta que no eras vos, sino mi mente:

la maldita traicionera que esgrimía

nuevos mundos absurdos,

en donde eras como yo quería que fueras,

y no como realmente eres.

Nunca me gustaste. Tampoco lo harás.

Porque tu realidad no puede competir con mi sueño.

Porque creamos universos de los que no nos hacemos cargo.

Y porque cobardes,

Huimos cuando la verdad se acerca.

Perdón, pero esta noche, no hables.

Permanece en silencio a mi lado, y yo,

te amaré desde la ignorancia.

Exequiel Molina

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